sábado, 28 de marzo de 2009

La metrópolis y la vida mental

"En la esfera de la sicología de los grupos pequeños resulta imporante considerar bajo condiciones primitivas, la producción le sirve al cliente que ordena el producto, de tal manera que el productor y el consumidor están relaciones y se oconocen. La metrópoli moerna, por su parte, está abastecida casi enteramente por producción para el mercado; esto es, para compradores desconocidos por completo, que nunca entran en el campo visual del productor. A través de este anonimato los intereses de cada parte adquieren un carácter casual, casi despiado."

jueves, 26 de marzo de 2009

Intimidad

Soñamos juntos
juntos despertamos
el tiempo hace o deshace
mientras tanto
no le importan tu sueño
ni mi sueño
somos torpes
o demasiado cautos
pensamos que no cae
esa gaviota
creemos que es eterno
este conjuro
que la batalla es nuestra
o de ninguno juntos vivimos
sucumbimos juntos
pero esa destrucción
es una broma
un detalle una ráfaga
un vestigio
un abrirse y cerrarse
el paraíso
ya nuestra intimidad
es tan inmensa
que la muerte la esconde
en su vacío
quiero que me relates
el duelo que te callas
por mi parte te ofrezco
mi última confianza
estás sola
estoy solo
pero a veces puede la soledad
ser una llama.

La metrópolis y la vida mental

A través de la naturaleza calculadora del dinero se ha logrado que las relaciones entre todos los elementos componenetes de la vida del hombre adquieran una nueva precisión, una certeza en la definición de las identidades y de las diferencias; y una falta de ambigüedad en lso pactos, tratos, compromisos y contratos. Una manifestación externa de esta tendencia hacia la precisión es la difusión universal de los relojes de pulsera. Estas condiciones de la vida metropolitana, en cualquier caso; son al mismo tiempo causa y efecto de este rasgo. Las relaciones y los negocios del metropolitano típico son, usualmente, de una índole tan variada y compleja, que, sin la más estricta de las puntualidades en sus promesas y serviios toda la estructura se disolvería en un caos inextricable. (...) De esta forma la técnica de la vida metropolitana es sencillamente inimaginable sin una integración puntualísima de toda actividad y relación mutua al interior de una horario estable e impersonal.
(...) La puntualidad, la exactitud y el cálculo se imponeen sobre la vida por la dilatada complejidad de la existencia metropolitana y no únicamente por su conexión íntima con la economía monetaria y el carácter intelectualizante. Dentro de la óptica anterior, estos rasgos matizarían los contenidos de la vida y favorecerían la exclusión de aquellos detalles e impulsos irracionales, isntintivos y voluntariosos que pretenden el modo de vida desde adentro, en lugar de recibir desde afuera una forma de vida general y esquematizada con precisión.
El odio acendrado de hombre como Nietszche y Ruskin a la metrópoli es comprensible precisamente en estos términos. Estos pensadores descubrieron en su ser mismo que la vida tenía valor únicamente en aquella existencia no programada qu eno puede ser definida con precisión de la misma manera para todos.

viernes, 13 de marzo de 2009

El lado oscuro de la razón está inscrito en las conclusiones mismas de Kant: la independencia de la razón respecto de la naturaleza y la necesidad de una fe inmotivada en una naturaleza buena. La razón humana tiene el poder de separar cualquier objeto cognoscitivo para reducirlo, bajo forma de concepto, a su propio dominio, o bien de indepedizarse de él. No obstante, si es así, ¿qué límite puede impedir reducir no solo las cosas, sino incluso las personas, a objetos manipulables, explotables, modificables? ¿Quién puede impedir la planificación racional del mal y la destrucción de los corazones ajenos? [...] El uso cruel y despiadado de la razón induce a sospechar que la naturaleza no es en sí misma ni buena ni bella. Por consiguiente, ¿qué impide considerarla, como hace el marqués de Sade, un mounstro ávido de carne y sangre? ?Acaso la evidencia de la historia humana no ofrece abundantes pruebas de ello? La crueldad coincide, pues, con la naturaleza humana, el sufrimiento es el medio para alcanzar el placer, único objetivo en un mundo iluminado por la luz violenta de una razón sin límites que puebla el mundo con sus pesadillas.

p. 269 en Historia de la belleza, Umberto Eco.