domingo, 14 de septiembre de 2008

El caldero de Oro, Hoffman

Tengo que preguntarte, amable lector, si en tu vida no has tenido horas y días y semanas en los cuales se te ha presentado todo lo hecho a diario como un verdadero tormento, y en los que todo lo que has considerado como digno de tu esfuerzo te parece estúpido y sin objeto. En esos momentos no sabes qué hacer ni adonde dirigirte; en tu pecho se esconde el sentimiento de que en alguna parte y alguna vez habrá ocasión de llenar cumplidamente todos tus deseos, que el espíritu, como un niño temeroso, no se atreve a formular; y en este anhelo por lo desconocido, algo que flota por dondequiera que vayas y dondequiera que estés se te aparece como un sueño en el que figuran seres translúcidos que te hacen enmudecer para todo lo que aquí te rodea. Diriges tu mirada turbada en derredor como un amante sin esperanza, y todo lo que los hombres hacen en abigarrado revoltijo te produce dolor y mucha alegría, como si no pertenecieses a este mundo.



martes, 2 de septiembre de 2008

Lección inagural

"Esta libertad es un lujo que toda sociedad debería procurar a sus ciudadanos: que hayan tantos lenguajes como deseos; proposición utópica puesto que ninguna sociedad está todavía dispuesta a aceptar que existan diversos deseos. Que una lengua, la que fuere, no reprima a otra; que el sujeto por venir conozca sin remordimientos, sin represiones, el goce de tener a sus disposición dos instancias de lenguae, que hable una u otra según las perversiones y no según la Ley"

(Barthes, Lección inagural)

*La negrita es mía.