jueves, 26 de marzo de 2009

La metrópolis y la vida mental

A través de la naturaleza calculadora del dinero se ha logrado que las relaciones entre todos los elementos componenetes de la vida del hombre adquieran una nueva precisión, una certeza en la definición de las identidades y de las diferencias; y una falta de ambigüedad en lso pactos, tratos, compromisos y contratos. Una manifestación externa de esta tendencia hacia la precisión es la difusión universal de los relojes de pulsera. Estas condiciones de la vida metropolitana, en cualquier caso; son al mismo tiempo causa y efecto de este rasgo. Las relaciones y los negocios del metropolitano típico son, usualmente, de una índole tan variada y compleja, que, sin la más estricta de las puntualidades en sus promesas y serviios toda la estructura se disolvería en un caos inextricable. (...) De esta forma la técnica de la vida metropolitana es sencillamente inimaginable sin una integración puntualísima de toda actividad y relación mutua al interior de una horario estable e impersonal.
(...) La puntualidad, la exactitud y el cálculo se imponeen sobre la vida por la dilatada complejidad de la existencia metropolitana y no únicamente por su conexión íntima con la economía monetaria y el carácter intelectualizante. Dentro de la óptica anterior, estos rasgos matizarían los contenidos de la vida y favorecerían la exclusión de aquellos detalles e impulsos irracionales, isntintivos y voluntariosos que pretenden el modo de vida desde adentro, en lugar de recibir desde afuera una forma de vida general y esquematizada con precisión.
El odio acendrado de hombre como Nietszche y Ruskin a la metrópoli es comprensible precisamente en estos términos. Estos pensadores descubrieron en su ser mismo que la vida tenía valor únicamente en aquella existencia no programada qu eno puede ser definida con precisión de la misma manera para todos.

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